Con este libro en particular, las opiniones estaban dividas. A la mitad les gustó y a la otra mitad no. Creían que la historia tenía potencial, al ser de una chica que ha vivido 300 años, pero que ese potencial no se desarrolló, y se convirtió en un historia de amor muy tranquila, ni siquiera demasiado cursi o romántica o emocionante. Pero lo interesante aquí fue poder escuchar las opiniones de todas. Por que al final alguien dijo que Henry era una representación de la sociedad actual, que da mucha importancia al éxito y a las apariencias; que por ejemplo, con las redes sociales, nos comparamos con todos los que vemos, con su físico, con su estilo de vida, con lo que visten, lo que comen, lo que hacen... y no nos sentimos satisfechos con nosotros mismos. Y junto con eso viene la reflexión de: ¿a cambio de qué venderías tu alma?
Henry vendió su alma por ser aceptado por todos, por ser suficiente, por ser todo lo que los demás querían que fuera. Pero no podemos agradar a todo el mundo, ni obligar a todos a que nos amen. Y en ese punto de la historia, Henry se da cuenta de que eso no es real, y tampoco se siente satisfecho. Y llega Addie. Que lo ve tal como es, una persona sola y perdida, que solo busca que lo acepten, pero que no sabe que hacer para lograrlo, así como no sabe que hacer de su vida. Y Henry es el único que recuerda a Addie y hace que su historia viva y sea conocida por todos. Por que a pesar de ser muy diferentes, son perfectos el uno para el otro. Y Addie hace que Henry retome su pasión por la fotografía, por escribir, por viajar, por vivir, por ser, simplemente. Le da una segunda oportunidad.
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